El patio jardín de nuestra casa es mediano, ni muy chico ni demasiado grande. Lo suficiente para dar acogida a un esplendido magnolio , muchas plantas y un majestuoso ciruelo púrpura.
También hemos buscado espacio para un pequeño huerto en unos arriates bien surtidos de abono orgánico. En el momento en que hice esta foto ya despuntaban los tomates, aún verdes, los pimientos, las berenjenas y dos pepineras, que ofrecerán sus frutos, ya maduros, a primeros de julio.
Esa mañana en concreto me he levantado con deseos de darme un “baño de bosque” y puesto que a día de hoy no vivo en uno de ellos, he colocado la hamaca bajo el frondoso ciruelo y me he dedicado a respirar, a mirar hacia el cielo, que ese día es de un azul pleno y a contemplar. En concreto lo que ahora contemplo es la pepinera que tengo a mi derecha. Si observáis la foto, ya cuelga un pepino medianito del entarimado de hojas, pero la planta QUIERE ALGO MÁS (Como dijera Becquer en uno de sus poemas «Ese ansia perpetua de algo mejor») y se ha expandido hacia los lados y sobre todo hacia arriba, mirando al cielo, cargada de pequeños hijos con sus cuerpecitos incipientes .Ella sabe que si sigue expandiéndose ,tal como es su necesidad y anhelo, necesitará encontrar algún asidero, de lo contrario sus débiles tallos se troncharán. Pienso que también nosotros los humenos necesitamos ayuda y asideros para lograr nuestros anhelos más profundos.
Y ahora,más que pensar, siento que el mundo vegetal debe tener algún tipo de cerebro. Recordemos que los seres humanos poseemos tres: el reptiliano ( que abarca el mundo de los instintos), el límbico ( entre otros, las emociones) y el neocortex( responsable de nuestra capacidad para razonar ).Pues bien, las plantas y árboles es indudable que también tienen instintos , emociones y sensibilidad .Y si no, aquí está “Ella”, que ante su deseo de supervivencia ha lanzado una delgada liana hacia el ciruelo, el cual se ha dejado hacer, encontrando el apoyo necesario.Un caso perfecto de cooperación. Tal vez el ciruelo reciba algo a cambio, como encontrarse a sus pies unos ricos nutrientes cuando la pepinera muera, o quizás ni eso, sino que simplemente colabora generosamente a esa expansión, para que sus vecinos den frutos .Y dando un paso más adelante en mis disquisiciones, es muy probable que también tengan algún tipo de neocortex,es decir,de inteligencia.De eso va el libro «Sensibilidad e inteligencia en el mundo vegetal», de Stefano Mancuso y Alessandra Viola, en el que los autores mencionan cosas tan interesantes como que para Darwin las plantas son los seres vivos más extraordinarios que conoce y en su libro Power of Movement in Plants ilustra los resultados obtenidos por sus experimentos junto a su hijo Francis y llega a la conclusión de que multitud de movimientos no se producen en la parte aérea,sino en la raiz, a la que considera algo así como un «centro de mando» y dice estar convencido de que ahí,en la raiz, hay algo similar al cerebro de los animales inferiores….»
Un libro maravilloso que invito a leer a los enamorados de las plantas y todo el mundo vegetal.
Es admirable lo que puede enseñarnos la naturaleza y lo feliz y completo que se siente un@ en ella, aunque solo sea en un patio, en una terraza con macetas, en el ma o en los bosques. Toda ella está repleta del noble deseo de evolucionar.Llena de esperanza, reisiliencia, optimismo, fortaleza, ánimo, generosidad, solidaridad, cooperación y mi alma no puede sino asombrarse ante el misterio de lo inefable.Observarla,contemplarla, es una apacible fuente de alegria,serenidad y salud.
Feliz finde amig@